Una de las
realidades cuando uno se convierte en padre o madre es que comienza a tener
preocupaciones que quizás no pensaba que tendría. Muchos expresan que desde que
su hijo nace, nunca pierden esa inquietud aunque va cambiando conforme el niño
va creciendo.
Durante la
infancia, los padres tenemos miedos relacionados con la alimentación, con la
salud física, con la forma con la que gestionamos las rabietas, con los
primeros años en el ámbito escolar… Tenemos miedo a no ser unos buenos padres.
Ser padres
conlleva desarrollar la paciencia y la creatividad. Implica saber escuchar para
poder dar la respuesta que el niño necesita en ese momento.
Poder
escuchar lo que nuestros hijos necesitan y ponerle palabras a su estado
emocional ayuda a calmarlos. Cuando se sienten comprendidos, suele ser todo más
fácil. Escuchar cómo está nuestro hijo o qué necesita, es mucho más práctico:
se sentirá comprendido y sentirá que nos importa, entenderá que pase lo que
pase, aunque muestre su peor versión, le queremos. Tenemos la oportunidad de
mostrarle por qué hay comportamientos que no ha de repetir y de qué forma nunca
conseguirá las cosas, pero siempre desde la aceptación y el cariño.
Podrá
comprobar que no tiene que ser perfecto,
pero que puede mostrar su carácter, usar diferentes situaciones para validar su
fuerza y su persona.
Nosotros como adultos entenderemos que estas
situaciones son las que van a hacer que tanto nuestro hijo como nosotros,
crezcamos interiormente, gracias a la gestión de estos momentos de frustración
y de comprensión de las emociones del otro.
Pero esto
no funciona si se hace solo una vez. Ha de entenderse como una forma de educar,
casi de comprender la vida. De estar ahí para el otro como necesitaríamos que
estuvieran para nosotros.
A los niños
sólo se les cae el primer diente una vez, sólo cumplen cuatro años un día, sólo
son los héroes que ganan el juego definitivo del año en una determinada ocasión
y si no estuvimos presentes en esa oportunidad será imposible hacerlo después.
Brindarles tiempo de calidad es clave, a pesar del trabajo, las
responsabilidades diarias y el cansancio.
Ser buenos
padres, es una tarea difícil y diaria, pero con amor, paciencia y apertura,
podremos acercarnos a nuestros hijos y conseguir tener una buena relación con
ellos, formándolos desde el amor y los valores.
El Colegio
Mahatma Gandhi, hace estas recomendaciones, a manera de apoyo a su comunidad,
con el fin de facilitar, en conjunto con su educación, para ser buenos padres y
formar buenos hijos y personas.